martes, 23 de julio de 2019


ENSAYO DE LA OBRA “EL SEXTO”

José María Arguedas, un gran escritor y etnólogo peruano, renovador de la literatura de inspiración indigenista, en su obra El Sexto plasma las más terribles y deplorables condiciones a las que puede sobrevivir un ser humano, pues esta obra nos narra sus más crudas experiencias en la cárcel, lugar a donde fue a parar por ser un líder estudiantil, acusado de promover un partido político. Así mismo en ella podemos visualizar claramente como son tratados los presos por las autoridades y toda la violencia que se generan en las prisiones. Es por ello que la obra el Sexto sirve de crítica social a los diferentes servicios que brinda el Estado a los presos.
Es posible afirmar esto pues durante el desarrollo de la obra se demuestra la superioridad de algunos presos como Puñalada, el Maraví y el Rosita, quienes ocasionan sufrimiento a los más débiles; así mismo se observa el poco actuar de las autoridades y es más en algunas ocasiones, el apoyo que deban a estos actos de violencia.
Podemos encontrar por ejemplo a un grupo de presos en los que se encontraban Pedro (comunista), Luis (aprista) y Gabriel (representa a Arguedas), que estaban hartos e incómodos de las injusticias que se cometían entre las celdas de “el Puñalada”, “el Maraví” y “el Rosita” con los otros presos, especialmente con Clavel; es por ello que van a hablar con el Mayor de policía para informarle y él en vez de buscar una solución, los  humilla y los golpea; así como les recuerda que están en la cárcel para sufrir y no para gozar (El Sexto, pág. 72-77). Desde mi punto de vista estas actitudes están muy mal, lamentablemente es lo que eventualmente se implantan en todas las cárceles de Perú, el lugar en donde supuestamente los delincuentes deben de ir a arrepentirse y reflexionar sobre sus malos actos, se ha convertido en fundador de violencia y crueldad. Pues no se respetan ningún derecho y los presos desgraciadamente tienen que vivir este infierno solos, sin ayudas del Estado y sus autoridades, es decir los echamos al pozo de los abusos y marginaciones.
Del mismo modo nos olvidamos que ellos son nuestros hermanos y como tales aún tienen derechos que deben de ser cubiertos. Aunque si bien es cierto hoy en día hay una sobrepoblación en las cárceles peruanas, lo cual puede ser una dificultad para las autoridades, pero debemos de considerar que si se trabaja en conjunto se puede llevar una organización, mejor convivencia y calidad de vida de los presos. De tal modo que el lema “Humanizar y dignificar para resocializar” del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), no quede solo en palabras sino se conviertan en hechos concretos.
En este sentido ¿creen que algún ser vivo en la Tierra merece ser tratado como cosas inanimadas?, pues no lo creo, todos sentimos, todos somos hijos de Dios y merecemos piedad y compasión humana.  Por tanto el actuar del Estado y las autoridades en las cárceles da mucho que decir, pues se conocen muchos casos turbios o corruptivos en los que las autoridades apañan la violencia.
Esta violencia, Arguedas dolorosamente la relacionaba con lo que él vivió en Andahuaylas, en la que también eran ignorados y rechazados los indios y los más débiles; estando en su celda con Cámac recuerda su dulce lengua el quechua, así como que a pesar de los problemas de interculturalidad y aceptación del indigenismo, ellos eran muy felices y sobre todo unidos, lo cual era su gran fortaleza. Eso mismo se observa en El Sexto al finalizar los presos políticos y otros presos empiezan a confraternizar y unidos logran grandes progresos y valoran sobre todo la amistad. Ello demuestra que nada es imposible si hay unidad y se conservan los valores de esta tan preciada palabra, siendo tal vez ello lo que se necesite hoy en día, en las cárceles peruanas.
En conclusión Arguedas en la obra el Sexto nos plasma una realidad a la que muchas veces  la pasamos por alto, ese infierno que día a día millones de personas viven en las prisiones, e incluso que muchos juzgamos. Este lugar en donde los servicios de alimentación, salud, bienestar y el buen trato son muy escasos, además que las autoridades no hacen nada por cambiar el patrón de violencia y mejorar la calidad de vida en estas cárceles, donde una vez que se cierran las celdas, entre cuatro paredes hay millones de personas que sufren pesares, porque están privados de su libertad y no conforme con ello tiene que lidiar con malos tartos y la vulneración de sus derechos por parte de la autoridades y el Estado. “Los ojos no sirven para ver el pensamiento”, José María Arguedas.

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